martes, 10 de mayo de 2005

Cosas de la vida

Ayer por la mañana me subí al autobús de Sevilla a Granada y tuve la suerte de pillar los dos únicos asientos libres que había juntos, es decir: dos asientos para mí sola y así poder dormir un rato agustito sin que nadie me moleste ni molestar a nadie. Casi todo el mundo iba igual, porque había sitio de sobra. Pues bien, ya estaba el bus casi a apunto de zarpar cuando se sube una parejita (típicos sevillanitos: blusita blanca ella y camisa a cuadros él, con sobredosis de gomina) y van avanzando hacia mi sitio, como buscando algo. Y resulta que se paran frente a mi y ella, con voz dulce me pregunta: "¿Te importa hacernos un favor y dejarnos tu sitio para sentarnos los dos juntos? ". A todo esto tengo que añadir que los asientos no estaban numerados. Y yo me pregunto: ¿Qué les hizo decidirse por mi, y hacerme cambiar de asiento (porque claro, una no sabe decir que no)? ¿Por qué no se decidieron por cualquier otra de las más de 30 personas que iban en el autobús? ¿Es que tengo cara de pardilla? Parece que si. En fin, una aventura más de Susana en el Mundo Real.

1 comentario:

Pobretolo dijo...

Parece mentira que cuando te consigues acomodar, encontrar donde descansar o estas cosas, siempre tenga q pasar algo!
Has proado a hacerlo tu?
1-No encuentras quien se lo merezca
2-No te hacen ni caso!!
Es el mundo contra los buenazos!!!!

Me gusta mucho tu Blog y tu estilo